Un grupo de jóvenes estudiantes de la escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad de Los Andes, realizó una intervención nutricional integral en la comunidad de la comunidad de La Parroquia, en el municipio Libertador del estado Mérida, como parte del módulo de evaluación nutricional 2, dictado por las profesoras Yurimay Quintero, Marisol Holod y María Andreina Sánchez, el cual arrojó datos importantes que revelan el estado nutricional de la población que allí hace vida.
Según explicó María Angélica Ramírez Romero, estudiante del tercer año de Nutrición, los datos tomados reflejan que existe un déficit en el consumo de calorías y grasas en la población, lo que conlleva a un probable riesgo nutricional y de enfermedades.
“Aunque muchos individuos cuentan con un estado nutricional normal, se enfrentan a inseguridad alimentaria. ¿Qué quiere decir esto? Que la mayoría de la población cuenta con dificultades para el acceso de una alimentación nutritiva y de calidad, y a la vez cuenta con brechas significativas para cubrir sus necesidades básicas”, destacó la bachiller.
Los datos además arrojaron que más del más del 60% de los hogares presentan inseguridad alimentaria leve, y tan solo un 35% una situación de seguridad, lo que marca una brecha significativa a la hora de sobrellevar las implicaciones de la vida diaria.
Según los datos recogidas por los estudiantes, más del 62,45% cuentan con algún nivel de pobreza en sus hogares, lo que afecta directamente su capacidad para asegurar una alimentación adecuada y un desarrollo óptimo.
En este sentido, Carla Apicella, otra de las jóvenes participantes de la intervención, explicó que la economía de la comunidad está fuertemente influenciada por ingresos informales y la migración de adultos en edad productiva, especialmente hombres en busca de oportunidades laborales. Esto ha generado hogares encabezados principalmente por mujeres, quienes enfrentan mayores dificultades para garantizar esta seguridad alimentaria a sus familias.
En cuanto a la dieta, Pizella, señaló que la misma está limitada a un consumo poco variado en términos de proteínas, vegetales y frutas frescas, sumado a un consumo elevado de harinas refinadas.
Ambas estudiantes coinciden que en esta población se muestra aún una fuerza de trabajo, que a pesar de encontrarse laborando, no cuenta con los recursos suficientes para satisfacer sus necesidades básicas, ni un consumo alimentario de calidad en sus hogares.
Expusieron la necesidad de que se generen políticas públicas relacionadas con hábitos saludables en cuanto a nutrición se refiere, a la promoción de hábitos saludables que lleve a esta comunidad a escoger alimentos que los ayuden y beneficien en su desarrollo.
“Además, también inspiramos y promovemos el monitoreo y evaluación continua de esta comunidad. Juntos como país, podemos lograr que estas brechas significativas disminuyan”, finalizaron acotando las estudiantes.