El declive de la investigación en las universidades autónomas del país se evidencia en las cifras arrojadas por sus programas, tal es el caso de la Universidad de Los Andes, cuya más reciente convocatoria del Programa Apoyo Directo a Grupo (ADG) evidenció una pérdida del 42,3 % de sus grupos de investigación, al reducirse los grupos de investigación certificados desde 142 a 82. En los últimos 3 años, incluyendo los de la pandemia, murieron investigadores líderes, otros emigraron y renunciaron a la ULA, otros grupos se disolvieron, perdiéndose el contacto y la colaboración entre los integrantes. También debe mencionarse que no existen recursos para la investigación y que los incentivos que se entregaban a los grupos y a los investigadores del Programa Estímulo al Investigador (PEI-ULA) también desaparecieron.
Otro ejemplo claro de la pérdida de capital humano dedicado a una de las esencias de la educación universitaria, es en relación al número de investigadores activos, datos aportados en la última convocatoria del Programa de Estímulo al Investigador (PEI ULA) y que alcanza los 952, siendo menor a los índices de anteriores convocatorias, cuando se superaban los 1.000 investigadores certificados.
El Coordinador General del Consejo de Desarrollo Científico, Humanístico, Tecnológico y de las Artes (Cdchta) de la Universidad de Los Andes, Alejandro Gutiérrez, resumió el panorama de la investigación universitaria indicando que “la investigación en la ULA está en su peor momento, no puedo decir que está en cero, pero si es la peor crisis que ha atravesado desde que se institucionalizó el fomento a la investigación a comienzos la década delos setenta del siglo pasado.”
Para el académico, esto refleja el desmoronamiento que se ha tenido, aunque todavía quedan 82 grupos de investigación ubicados fundamentalmente en la Facultad de Ciencias, el Núcleo Universitario Rafael Rangel de Trujillo, la Facultad de Humanidades, Faces, y la Facultad de Farmacia, donde se concentra casi tres cuartas partes de los grupos de investigación ulandinos certificados por el programa de Apoyo Directo a Grupos de Investigación (ADG).
Los más afectados
Una de las facultades donde la caída en el número de grupos de investigación es importante, es en la Facultad de Ingeniería, debido entre otras cosas a la migración de los investigadores, al desmantelamiento de los laboratorios por la delincuencia, la desactualización de los pocos equipos que quedan y la falta de financiamiento de las investigaciones, por parte de los organismos nacionales y del propio Cdchta, que no cuenta con recursos financieros para hacer fomento de investigación y de los programas relacionados.
Otro claro ejemplo es la Facultad de Medicina, donde se hacen grandes esfuerzos por mantener las unidades de investigación e incluso la docencia, donde ante la falta de recursos otorgados por el Gobierno Nacional sus estudiantes han venido financiando mínimamente para que se desarrollen actividades docentes y algo de investigación como en los postgrados que deben cumplir con la investigación clínica para poder generar especialistas en algunas áreas médicas.
Causas del declive
Para el profesor Gutiérrez, la disminución en la labor de investigación tiene varias causas, pero enmarcada en el contexto de la crisis nacional que vive el país, quizás la crisis más importante que haya sufrido el país en los tiempos modernos y dentro de ello hay una crisis del Sistema Nacional de Ciencia Tecnología e Innovación, donde las universidades son actores fundamentales.
“El sistema está totalmente desarticulado, no existen políticas de ciencia y tecnología, donde es evidente que la única política es que no hay política, a pesar de que el Ejecutivo sigue recaudando la contribución que hacen las empresas públicas y privadas establecidas en la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación”, es el principio de la crisis del sector presentado por el Coordinador General.
La falta de recursos destinados vía Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación es también una de las causas principales del declive el sector, incomprensible por demás ya que las recaudaciones se hacen a las empresas, pero no llegan a los investigadores ni a los centros de investigación, albergados en su gran mayoría en las universidades.
La rendición de cuentas de estos recursos tampoco se cumple, mientras los presupuestos de las universidades han sido muy limitados, apenas incluyen el pago de salarios miserables y no alcanzan ni para cubrir los gastos elementales de funcionamiento. En ese contexto, el presupuesto concedido a los Consejos de Desarrollo Científico ha desaparecido prácticamente, en el marco de la crisis presupuestaria que tienen todas las universidades públicas.
Cercados
Fue enfático el investigador ulandino, Alejandro Gutiérrez, cuando señaló que “no hay financiamiento del Gobierno Central ni hay financiamiento vía presupuesto universitario, por supuesto, todos los programas que desarrolla un Consejo de Desarrollo Científico se caen, no tienen recursos con qué ser financiados”.
En los años de bonanza económica en las universidades se llegó a financiar más de 600 proyectos de investigación, mientras que en el 2021 hubo aprobados por el directorio 4 proyectos que recibieron solo un aval, porque el Cdchta no tiene recursos para apoyar económicamente a estos proyectos, lo que hace que el panorama sea bastante pesimista, pero es la realidad.
“No se asoma la posibilidad de que el presupuesto universitario pueda ser fortalecido y que por esa vía se inyecten recursos al Cdchta para financiar y fomentar la investigación”, recalcó Gutiérrez.
Baja producción
Todo el cerco económico y académico a las universidades se refleja cómo se ha visto en la producción académica generada allí, una muestra es que en el año 2009 en revistas científicas indexadas en Scopus los venezolanos publicaron 2.400 artículos, mientras que para 2020, esa cifra se había reducido a 1.534 artículos, según datos aportados por la red iberoamericana de ciencia y tecnología, lo mismo sucede con el Science Citation Index, donde para 2008 se logró un máximo de 1.700 publicaciones y el último dato disponible para 2018 arrojó que solo se publicaron 1.000 artículos venezolanos que en su mayoría vienen de universidades autónomas venezolanas.
El investigador advierte en este sentido que después de Venezuela ser un productor de artículos científicos, ubicado entre los primeros lugares de América Latina, en la actualidad ha sido superado por países como Ecuador, mientras que los líderes siguen siendo Brasil, Argentina, Chile, Colombia. Venezuela fue en el pasado el quinto país en publicación de artículos científicos en revistas indizadas en la corriente principal, ubicándose ahora en la cola de los países de América del Sur.
¿Qué hacer?
Ante un panorama tan preocupante y hasta desesperanzador, el Coordinador del Cdchta, insiste en la necesidad de denunciar ante la comunidad científica internacional la grave situación del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación del país, así como mostrar la grave situación de las universidades nacionales, específicamente la de la ULA. En este sentido, exhortó a las autoridades universitarias a pronunciarse contundentemente sobre el desmoronamiento de la investigación académica universitaria.
No ve como un error generar un acercamiento con el Gobierno Nacional, para establecer un diálogo que permita encontrar y generar soluciones, diálogo en el que mostró disposición en participar. Deben establecerse mesas de trabajo con los actores del sistema nacional de ciencia tecnología e innovación para hacer propuestas que permitan superar la crisis actual.
“Hay que buscar financiamiento en las embajadas, en los organismos internacionales, hay que explorar otras formas de financiamiento, que incluyan la posibilidad de que por medio de convenios y la cooperación con otros centros de investigación y universidades extranjeras se puedan obtener recursos para el financiamiento de investigaciones académicas en las casas de estudios”, expuso.
La internacionalización de los postgrados es otra de las propuestas de Gutiérrez ante la situación, pues considera la universidad ha construido una fortaleza en este sentido y puede exportar conocimientos y obtener ingresos para sostener los postgrados y hacer aportes a los grupos de investigación que son los que sostienen la actividad de postgrado.
En resumen, es cierto que en materia de investigación no estamos en cero porque se siguen haciendo tesis de pre y postgrados, algunos investigadores siguen haciendo investigación con muchas dificultades y publican los resultados en revistas indizadas, tanto del país como del extranjero. Algo que ha mantenido la Universidad de Los Andes, son sus publicaciones periódicas, y aunque éstas solo pudieron mantenerse digitalmente, en la actualidad se publican anualmente en la ULA entre 80 y 100 números de revistas científicas, con financiamiento de los editores y algunos donantes. Alrededor de 15 revistas de las que mantienen periodicidad están reconocidas por índices de la corriente principal y las restantes son evaluadas y aceptadas por índices de alta exigencia en la calidad editorial. Esta actividad Editorial constituye un gran esfuerzo sostenido por la perseverancia y tenacidad de los editores de las revisas, quienes no se han rendido.