Dr. Manuel Antonio Pulido Méndez

MANUEL ANTONIO PULIDO MÉNDEZ, EL RECTOR REFORMADOR
Pedro María Molina Márquez

El Doctor Manuel Antonio Pulido Méndez, médico, político, escritor, diplomático y docente puede ser incluido en el grupo de los rectores que más influyeron en la transformación de la Universidad de Los Andes en el siglo XX. Proveniente de Rubio, estado Táchira, donde nació (12 de octubre de 1898) y pasó su niñez y adolescencia, llegó a Caracas en 1921 con la idea de iniciar estudios de Medicina en la Universidad Central de Venezuela. Muy pronto se involucró en actividades políticas contrarias al régimen del Gral. Juan Vicente Gómez y figuró entre los estudiantes que apoyaron la huelga de los tranviarios –junto a Pedro del Corral, Jacinto Fombona Pachano, Alfonso Bortone, Miguel Zúñiga Cisneros, Atilano Carnevali entre otros– lo cual le trajo como consecuencia la persecución y detención por corto tiempo. En septiembre de 1921, con motivo de la celebración en la ciudad de México del Primer Congreso Internacional de Estudiantes, fue designado junto con Miguel Zúniga para representar a los estudiantes de Venezuela. Casi clandestinamente viajó a la capital azteca y asistió al evento, en cuyos acuerdos finales se condenó al gobierno dictatorial venezolano y se llamó a los estudiantes de los diversos países a solidarizarse con la lucha antigomecista.

Durante su exilio en México rehízo el bachillerato en la Escuela Preparatoria de la capital y luego se matriculó en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo donde realizó estudios de medicina. De México se traslada a Madrid, continúa estudiando y obtiene el título de Licenciado en Medicina y Cirugía. En la capital española, paralelamente al ejercicio de la medicina desarrolla su vocación de escritor y su pasión por el periodismo. A finales de 1927 regresa a Venezuela aprovechando la amnistía promovida desde 1924 por el Ministro del Interior y luego Secretario de la Presidencia de la República Francisco Baptista Galindo. Sin embargo muy poco tiempo duraría el Dr. Pulido Méndez en su patria, pues habiendo fallecido Galindo en abril de 1927 el proceso de apertura política se estaba revirtiendo y se incrementaba la persecución. Esta vez Pulido Méndez habría de asilarse en la ciudad colombiana de Cúcuta, donde continuaría su labor médica y su actividad política, convirtiendo la sede de su consultorio en lugar de encuentro y refugio de perseguidos y exiliados.

Fallecido Juan Vicente Gómez en diciembre de 1935 lo sucede el Gral. Eleazar López Contreras, Ministro de Guerra y Marina. Pulido Méndez regresa de inmediato al país y es nombrado Presidente del Estado Táchira por un corto período; luego se encarga de la Dirección de Asistencia Social del Ministerio de Sanidad; finalmente es designado Rector de la Universidad de Los Andes, función que desempeñará desde el 15 de julio de 1937 hasta el 31 de enero de 1941. La experiencia, conocimientos y sabiduría adquiridos en el extranjero le aportarían herramientas esenciales para conducir acertadamente a esta Institución que desde 1928 luchaba denodadamente por modernizarse, crecer y consolidarse. Dice al respecto el Dr. José Humberto Ocariz:

Pulido Méndez trae la experiencia adquirida en las universidades mexicanas y europeas, la febril inquietud espiritual de siempre y los fervientes anhelos de modernización, de apertura de puertas para el intercambio cultural, científico y social de lo que dará concretas pruebas inmediatamente.

Sin temor a equivocarnos podemos llamar al Dr. Manuel Antonio Pulido Méndez el “Rector Reformador”, pues no hubo aspecto de la vida universitaria que no resultara renovado por su afán de transformación. En lo académico destaca su preocupación por implementar una enseñanza más adaptada a las necesidades concretas de la sociedad, en el marco de la modernización de la Institución y del proyecto educativo del nuevo gobierno nacional. En este sentido impulsa transformaciones profundas en la Universidad haciendo énfasis en la formación científica apoyada en el aprendizaje práctico y de laboratorio. En particular fortaleció los estudios de la Física y la Química, obligatorios para los cursantes de Medicina, Farmacia, Dentistería y Ciencias Físicas y Matemáticas, para lo cual fundó los institutos de Física y de Química y creó los cursos libres de estas materias. Fundó también los laboratorios de Fisiología y de Técnica Quirúrgica y modernizó el de Bacteriología, además de implementar los cursos libres de Prótesis Dental e Historia de la Medicina. Pero no solo eso, también instaló una Sala de Cine Científico para apoyar y reforzar la enseñanza y poner a la Universidad en sintonía con algunos de los adelantos que se producían en el mundo.

Estos cambios pudieran hacernos pensar que la gestión del Dr. Pulido Méndez daba a la Universidad de Los Andes una orientación netamente cientificista. Sin embargo no fue así, pues durante su rectorado se preocupó también por el conocimiento humanístico. Creó la cátedra de Latín y Griego; abrió el curso de Italiano, con el cual dio inicio al Laboratorio de Lenguas Vivas, y el de Historia Antigua; restableció el Ciclo de Conferencias, que habían sido fundadas durante el rectorado de Juan N. Pagés Monsant, retomadas luego por el Rector Diego Carbonell y finalmente olvidadas; fundó también el Seminario de Ciencias Económicas con la idea de que sirviera como herramienta para la interpretación de los problemas nacionales. En comunicación que envía al Ministro de Educación en octubre de 1937 le declara:

También me complace manifestarle que viendo la necesidad de fomentar debidamente los estudios clásicos, a objeto de mantener vivo el núcleo humanista de la Universidad, tan urgente hoy para la correcta apreciación de las transformaciones técnicas y de las corrientes ideológicas que suscitan, dispuse según Decreto Rectoral de fecha 19 de octubre la creación de la cátedra libre de Latín y Griego Superiores…

Todo ese proceso renovador de la Universidad fue posible gracias al concurso de profesores de la talla de Enrique Bourgoin, Edgar Loynaz Páez, Florencio Ramírez, José Domingo Paoli, Eloy Febres Cordero, Zacarías Sánchez, Rafael Antonio Uzcátegui, Leopoldo Garrido, Francisco Valeri, Antonio Alizo, Alfonso Dávila Matute, Ramón Briceño Perozo, Natividad Franco, Ernesto Ysea Sanabria, Carlos E. Salas, Ramón Masini Osuna, Antonio Parra León, Pedro Pineda León, Juan Espinoza, Gustavo Gabaldón, Antonio Bello Caballero. También se apoyó el Rector Pulido Méndez en el ingreso de profesores extranjeros de alta calificación, la mayor parte europeos; contó para ello con la colaboración del gobierno nacional (fungía como Ministro de Educación el doctor Arturo Uslar Pietri). Entre estos profesores hemos de mencionar a Raymundo Goetze Rommler (físico alemán), Joachim Siever (químico, también alemán), Vícttore Zamorani (médico italiano), Enrico San Pietro (italiano, profesor de idiomas), Ramón Ramírez Olano y Bañares (químico español), Félix de Gaubeca (economista, también español), José Manteca Rogers (cubano, bibliotecólogo), R. Cadalso (cubano, profesor de educación física).

En fin, con la gestión rectoral del Dr. Manuel Antonio Pulido Méndez se dio inicio al proceso, que continuaría durante todo el siglo XX, de ingreso de docentes extranjeros, tanto europeos y estadounidenses como latinoamericanos, cuya contribución a la modernización y proyección de nuestra Universidad ha sido invalorable. (No quiere decir esto que antes, durante el siglo XIX, no hubiese en nuestra universidad docentes extranjeros; sí los hubo, pero muy pocos, quizás no más de cinco y su ingreso no obedeció a un plan general de transformación de la Universidad sino a otros factores puntuales).

El Dr. José Humberto Ocariz nos describe sucintamente el proceso renovador de la Universidad impulsado por el rector Pulido Méndez:

Comprendería tres círculos de trabajo: científico, tecnológico y de los oficios, con planes bastante ambiciosos: cambios en el sistema docente para hacerlo menos pasivo, creación de cátedras e institutos, incremento del deporte, estímulo a profesores y estudiantes para salirse del exclusivo círculo profesional, apertura de la ULA a la comunidad y al mundo.

Complemento de las transformaciones en lo académico fue la labor de reorganización de la Biblioteca de la Universidad, que realizó apoyándose en los servicios del señor José Manteca Rogers, bibliotecólogo cubano, quien además de ordenar los 2.000 volúmenes existentes elaboró el correspondiente catálogo de obras. Para enriquecerla y mantenerla actualizada Pulido Méndez gestionó y obtuvo del Ministerio de Educación Nacional una partida de 400 bolívares mensuales con lo cual pudo hacer pedidos a librerías de México, Argentina, España, Alemania, Francia e Italia.

Mención aparte merece la creación de la revista Universidad de Los Andes, que sustituyó a la Gaceta Universitaria como órgano oficial de la Universidad y cuyo objetivo central fue la publicación de trabajos de investigación de los profesores, tanto en el área científica como humanística, la exposición de ideas relativas a la problemática social y la divulgación del quehacer de la Institución. Asumió su dirección el Dr. Rafael Angel Medina y salió a la luz con un tiraje de 1.000 ejemplares. En los cuatro números que se publicaron se abordaron los más variados temas: historia de Venezuela, derecho, economía, psicología, botánica, medicina, nutrición, física, literatura, filosofía, metafísica, etc., además de información netamente universitaria. Se publicaron trabajos de reconocidos intelectuales nacionales y foráneos: José Rafael Pocaterra, Martin Heidegger, Tulio Febres Cordero, Enrique Bourgoin, Raimundo Goetze, Manuel Antonio Pulido Méndez, Antonio Casas Briceño, Cristóbal Benítez, Carlos Salas, Eleazar López Contreras (discurso), Abdón Vivas (nota editorial) por solo mencionar algunos. La revista se distribuyó en Mérida y otras ciudades del país y se envió al extranjero mediante el sistema de canje.

Y como complemento indispensable del quehacer estudiantil en una Universidad que se preciara de moderna, no podía faltar la actividad deportiva, garante de la salud mental y física y espacio para la recreación y las relaciones humanas. En tal sentido Pulido Méndez prestó el más entusiasta apoyo creando una instancia responsable de la promoción del deporte: la Dirección de Cultura Física de la Universidad, desde donde se planificaron cursos y se desarrollaron eventos y campeonatos en las especialidades del beisbol, fútbol, natación y basketbol. Además se construyó una instalación para la práctica de las disciplinas gimnásticas.

En lo relativo a la apertura de la Universidad hacia la comunidad Pulido Méndez  fue un rector pionero y quizás el precursor de lo que luego se definiría como “extensión universitaria”, iniciativa que dejaba entrever además un claro afán democratizador, pues buscaba no solo extender los beneficios educativos de la universidad hacia los sectores populares sino romper la tradicional barrera social (herencia de la mentalidad colonial) que siempre había distanciado a los docentes, estudiantes y funcionariado universitario respecto del hombre común del pueblo. Dándole concreción a su iniciativa Pulido Méndez adaptó al edificio antiguo de la Universidad una escuela, la Escuela de Aprendizaje Técnico, sobre la cual declaró, en entrevista concedida al diario Crítica de Caracas el 3 de julio de 1941, lo siguiente:

…[la Escuela Técnica] ha hecho posible el ingreso de obreros –trabajadores manuales– a la Universidad. Ingresan con una preparación elemental y cursan durante tres años en las áreas de mecánica, ebanistería, fundición y dibujo técnico. Estos alumnos gozan de los mismos derechos y consideraciones que los universitarios; se rozan con ellos en la piscina y el gimnasio, creándose así una comunidad de labor intelectual y manual utilísima, que ya ha comenzado a dar frutos.

Además de las mencionadas especialidades u oficios Pulido Méndez (según reseña Humberto Ocariz) aspiraba a incluir otras de igual importancia tales como herrería, albañilería, encuadernación, tipografía, zapatería, sastrería, música y jabonería. La Escuela comenzó a funcionar, bajo la batuta del español Justo Raya Aguilar, en una vetusta y desvencijada casa –a la que los alumnos hubieron de hacerle reparaciones– situada en la parte sur del edificio de la Universidad Con un presupuesto de 2.000 bolívares mensuales y a pesar de las penurias y dificultades, logró consolidarse, y de sus talleres salieron puertas, ventanas, pizarrones, escaparates, sillas, bancos, tubos y otros bienes requeridos por la propia Escuela y otras dependencias de la Universidad. Incluso fabricó 200 pupitres para el Liceo “Libertador”.

En 1940 el Dr. Pulido Méndez redacta un nuevo Reglamento para la Universidad de Los Andes, el cual es aprobado por el Consejo Universitario el 18 de septiembre de ese año, para ser presentado al Presidente de la República. Deroga el Reglamento vigente desde 1927. Este nuevo Reglamento dedica su Sección X a la “Escuela de Aprendizaje Técnico anexa a la Universidad de Los Andes”. Decía lo siguiente:

Artículo 85. La Escuela de Aprendizaje (…) está constituida de acuerdo con el decreto del Presidente de la República de fecha 8 de enero de 1938 y de acuerdo con la Ley de Educación (…).- Artículo 86. La Escuela de Aprendizaje (…) tiene por objeto el desarrollo de todas las actividades y conocimientos que surgen en la aplicación de la ciencia a la industria y a las artes.- Artículo 87. La Escuela se regirá por las disposiciones de la Ley de Educación del 15 de julio de 1940 y por las de este Reglamento.- Artículo 88. El Ejecutivo Federal ejercerá la inspección de la Escuela por medio del Rector de la Universidad quien es a su vez el Director ad-honorem de la misma. (…).- Artículo 97. De los cursos: … d) Los cursos prácticos son: carpintería y ebanistería, mecánica y herrería, y los que se juzguen convenientes y necesarios en el futuro; e) Los alumnos de la Escuela deben tomar parte también en los cursos de Cultura Física de la Universidad.- Artículo 98. Del ingreso: 1) Para ingresar a la Escuela es necesario: a) Saber leer y escribir; b) Conocer perfectamente las cuatro reglas aritméticas (…); esto corresponde aproximadamente a los conocimientos de cuarto grado de la Instrucción Primaria. (…)

En el marco de esa visión abierta y solidaria el Rector Pulido Méndez colaboró siempre con el Liceo “Libertador”, que funcionaba con recursos precarios, dándoles acceso a sus alumnos al Laboratorio de Física, y con el Hospital “Los Andes” al que donó equipos. No contento con estas iniciativas creó el Consultorio de Práctica Forense para prestar asesoría jurídica gratuita a las personas más necesitadas de la comunidad.

El Doctor Manuel Antonio Pulido Méndez, ya lo dijimos, ejerció el rectorado desde el 15 de julio de 1937 hasta el 31 de enero de 1941. Cumplida con éxito su misión universitaria, inició en el mismo año 41 su carrera diplomática, al ser designado embajador de Venezuela ante el gobierno de Uruguay por el recién electo Presidente de la República Isaías Medina Angarita. Luego representó a nuestro país en Brasil, Perú (donde fue elegido miembro de la Sociedad Peruana de Historia de la Medicina), México, el Vaticano y Francia. En 1952, siendo embajador ante la Santa Sede ocurre el fraude en las elecciones presidenciales venezolanas, con lo cual el Gral. Marcos Pérez Jiménez se afirma autoritariamente en el poder. De inmediato y en actitud de protesta frente al desconocimiento de la voluntad popular por este gobernante, el Dr. Pulido Méndez presenta su dimisión al cargo en documento de denuncia que hace llegar a la prensa europea y americana (también renunciaron Miguel Angel Burelli Rivas, embajador en Chile y Carlos Sosa Rodríguez, embajador en Gran Bretaña). Al cerrarse con esto las posibilidades de retorno al país Pulido Méndez solicita asilo en México, donde se residencia hasta 1958 cuando regresa a Caracas.

En 1958 es nombrado embajador de Venezuela en Francia por el Presidente Rómulo Betancourt. Ejerce aún esta función en el año 1965 cuando decide viajar a los Estados Unidos a visitar a sus dos hijos Agustín y Pablo. Llega el 19 de abril, pero el 12 de mayo, estando en la ciudad de Boston lo sorprende un infarto y fallece. Concluía así el ciclo vital de uno de los rectores eximios –junto a Juan N. Pagés Monsant, Ramón Parra Picón, Eloy Dávila Celis, Joaquín Mármol Luzardo y Pedro Rincón Gutiérrez– que en el siglo XX hicieron posible la modernización, consolidación y proyección de nuestra Alma máter no solamente hacia la comunidad, la región y el país sino aun más allá de nuestras fronteras, ello gracias a su concepción universal, científica, humanística y moderna de la Universidad.